A las mamás de niños rebeldes o hipersensibles, te veo y te entiendo
Alguna vez dije que cuando tuviera hijos y se aventaran al piso con berrinches, me dieran un golpe enojados o se pusieran a llorar como locos, yo tendría todas las herramientas y conocimientos para lograr que se tranquilizaran.
Hoy después de 2 años, aún sigo buscando esas herramientas y ya me pasó todo lo anterior.
Mi hija cada vez está más rebelde y yo he pasado por todas las etapas que te puedes imaginar. De estar tranquila contando todo lo que hay en la habitación para que se calme, a bajarme a explicarle la situación, de sentarme a su lado a esperar a que saque todo el berrinche que necesita sacar, hasta pedirle a mi esposo que él por favor la atienda porque estoy al borde del colapso nervioso.
Yo soy la mamá que se duerme con culpa todas las noches, que mientras arrulla a su bebé le pide una disculpa si hoy gritó, se enojó de más o lo hizo sentir mal.
Soy la mamá que recibe miradas juzgonas afuera de la guardería mientras mi hija llora por no querer subirse al auto, soy la mamá a la que le quitan autoridad cuando mi hija pide algo a gritos y mis suegros y cuñadas corren de inmediato a cumplir con sus peticiones, incluso después de yo haber dicho que no.
Soy la mamá que sólo recibe un no como respuesta a todo. - Mi amor vamos a hacer pipí-, -no- .
-Mi amor, vamos a desayunar-, -no-.
-Mi amor vamos a lavarte los dientes, ponerte pijama, bañarnos, a la escuela, a comer-. Todo es no, siempre no.
Soy la mamá que recibe esos comentarios de que mi hija es un poco delicada, especial, que tiene un carácter muy fuerte y que es muy intensa.
Soy la que deja pasar cosas que incluso algún día dije que no haría, porque tengo que elegir las mejores batallas para lidiar, y créanme, uno no tiene energía para todo eso.
Soy la mamá que todos los días pide paciencia, que se enfrenta a sus propios demonios cuando está en medio de un berrinche y que no sabe cómo dejar de estar enojada cuando su hija ya tranquila quiere llenarla de besos porque ya se calmó. Soy esa mamá que está aprendiendo a aventar el resentimiento por la ventana y a no tomarse nada personal.
Te veo a ti también, en medio de ese remolino de emociones que tienes cuando tu hijo llora por todo y por nada, y ¿sabes qué?, lo estás haciendo muy bien. Porque no importa lo que te digan los demás y las miradas que te echen.
Lo que importa es que todos los días trates de ser mejor que ayer, que con cada berrinche aprendas a sobrellevar ese carácter guerrero y fuerte de tu hijo, que pidas consejos a expertos y pidas por sabiduría para llevarlos por un buen camino.