Cómo crecen los niños con papás autoritarios y cómo son los de papás permisivos
Educar a nuestros hijos no es nada fácil.
Aunque nuestro objetivo sea formar niños educados, felices, que expresen sus emociones y sentimientos, muchas veces nuestro estilo de crianza los marcan de por vida, ya sea de forma positiva o negativa.
Esas “marcas” llegan a los más profundo de su ser que forman parte de su personalidad, al mostrar características específicas.
Por ejemplo, los pequeños educados bajo el modelo de la crianza permisiva (cuando los papás ofrecen libertad y autonomía, razonan las reglas con lo niños, y tienen buena comunicación con ellos para llegar a acuerdos) se caracterizan por ser:
- Independientes y autónomos
- Autoestima alta
- Tendencia a hacer berrinches
- Les cuesta trabajo controlar los impulsos
- Problemas para relacionarse con los demás
- Poca tolerancia a la frustración
- Poco esfuerzo y perseverancia
- Niños caprichosos
- Poco pacientes
En tanto, los niños que tienen una crianza autoritaria (donde los padres se imponen para demostrar que son los que mandan y no dejan que los hijos participen en las decisiones o los castigan) son:
- Autoexigentes y exigentes con los demás
- Valoran el esfuerzo y la perseverancia
- Baja autoestima
- Retraídos o rebeldes
- Problemas emocionales
- Agresivos o miedosos o mentirosos
- Problemas en las relaciones sociales
- Dependencia en la adolescencia
Por último, los niños que tienen una crianza respetuosa (donde los padres fomentan el respeto, de acuerdo con la periodista Berna Iskandar) son:
- Seguros de sí mismos
- Alta autoestima
- Asertivos
- Se sienten valorados
- Tolerantes
- Alta inteligencia emocional y social
- Tienen valores como amabilidad, generosidad y amor por los demás
El objetivo de la crianza respetuosa es ganar la autoridad a través del respeto y no imponerla con miedo o amenazas.
De acuerdo con la Universidad de California en Berkeley, para que los niños se conviertan en personas atentas y éticas, los padres deben guiarlos con empatía, cuidado y compasión.
Fuente: University of California, Berkeley