Los niños deberían tener un letrero de: “Cuidado, contiene sueños”
No sé en qué momento los sueños que los niños tienen se convierten en recuerdos lejanos de lo que una vez quisieron hacer.
Muchos niños imaginan su vida desenterrando fósiles de dinosaurios, algunos sueñan con ser bomberos y ayudar a las personas que se encuentran en peligro. Algunas niñas sueñan con ser científicas y encontrar la cura para las enfermedades.
Pero llega un momento donde esos sueños y las ilusiones que había con ellos se pierden, se esfuman entre los años y los nuevos intereses. Su corazón de científica empieza a interesarse por el maquillaje, la ropa, los niños y las cosas de las que hablan sus amigas. Los niños comienzan a jugar más videojuegos y esas ganas de desenterrar el jardín completo ya no vuelven más.
Es una parte de su niñez con la que se interesan por una sola cosa, pero nosotros, los adultos tenemos el deber de ayudarlos a descubrir qué es lo que les apasiona y acompañarlos para que eso en algún momento se convierta en su profesión o en su modo de vida.
Me imagino que todos deberíamos ser como esos papás que descubren que sus hijos cantan y los impulsan para lograrlo, claro, sin llegar a ser unos explotadores, pero por ejemplo llevándolos a clases de música y canto, a teatro, a danza, de igual forma con los niños que quieren ayudar a los demás, podríamos meterlos a un grupo donde lleven comida a los más necesitados, es decir, encontrar esa vocación e impulsarlos.
Los niños deberían tener un letrero de “cuidado, contiene sueños”, porque el mundo sería otro si esas mentes que creen que pueden cambiar todo continuaran creyéndolo cuando son adultos.
Necesitamos esas cabecitas efusivas y con hambre voraz para cambiar el mundo y hacerlo mejor, pero necesitamos que sigan con sus sueños para que sean plenos, para que el día de mañana puedan hacer lo que les apasiona y no tengan una vida adulta monótona que solo debe cumplir con sus horas y listo.
No lo sé, si cuidáramos sus sueños, tal vez así el mundo sería mejor para ellos.