La forma de ser FUERTE que me enseñó mi mamá
Mi mamá me enseñó que ser fuerte es ser honesta.
Es decir la verdad siempre, es ser auténtica y fiel a mí misma.
Siempre vale la pena ser uno mismo. Siendo uno mismo, uno logra cosas increíbles.
Mi mamá me enseñó que ser fuerte es aceptar mis sentimientos.
Es llorar, dejarme abrazar, pedir ayuda y vivir sin máscaras. Las emociones siempre salen, aunque las queramos tapar.
Mi mamá me enseñó que ser fuerte es aprender a estar sola.
Para saber estar con alguien, hay que saber estar con uno mismo.
Estar sola no siempre es malo y tienes que aprender a pensar por ti misma, a ser independiente.
Más vale estar sola que mal acompañada.
Pero también, mi mamá me enseñó lo poderoso que es conectar con los demás.
Uno no necesita muchos amigos: “los buenos amigos se cuentan con los dedos de una mano”. La calidad es más importante que la cantidad.
Necesitamos compañía, necesitamos personas que nos quieran y queramos, personas que estén al pendiente y nos hagan sonreír.
Mi mamá me enseñó que ser fuerte es ser diferente, es tener una voz y a veces, ir contra la corriente.
A la larga, lo que hoy sufres por ser diferente valdrá la pena. La vida tiene maneras de resolverse que te harán comprender por qué eres como eres.
Mi mamá me enseñó que ser fuerte es amar con todo el corazón y entregarme completamente a lo que hago.
Mi mamá me enseñó que ser fuerte es vivir en el “aquí y ahora” y tomar la vida un día la vez.
Es mucho más fácil vivir arrepintiéndonos del pasado o fantaseando sobre el futuro que prestar atención al momento y resolver lo que está aquí ahora.
Mi mamá me enseñó que ser fuerte es echarle porras y animar a los demás.
La vida no es una competencia. Cada quien tiene los suyo.
Me enseñó que ser fuerte es ser agradecido.
Es valorar, ser humilde y amable con todos.
Ser fuerte es saber escuchar.
El silencio, muchas veces es más poderoso que la palabra.
Ser fuerte es confiar.
En uno mismo y en los demás. Confiar en que la vida sabe lo que hace.
Ser fuerte es sobrellevar los retos lo mejor que podamos.
Es ser flexible y poder adaptarnos, pero también reconocer que somos vulnerables y que a veces, perdemos… pero nos podemos levantar.