Si tu bebé respira bien, tú respiras tranquila
Cuando tuve que sacarle los mocos por primera vez a mi hijo recién nacido me parecía una misión imposible, y más cuando me dieron una cosa de goma tan extraña para hacerlo: la famosa perilla. Al principio me pareció un utensilio poco práctico y peligroso: ¿cómo le iba a echar aire con esa “cosa” en la nariz a mi hijo que tenía en brazos, tan frágil e indefenso que se veía? Literalmente mi hermana soltó una carcajada y me respondió: No, por favor, pobre bebé.
Foto: IG @lu_molloy
Entonces me explicó que no debía echar aire, sino succionar; después de una clase exprés, aún me sentía poco preparada y temerosa para usarla, pero debía hacerlo para luchar contra los mocos (ni modo de esperar a que estornudara para que salieran ni tampoco pensar en hacerle cosquillas en la nariz para que los sacara)
Yo no me explicaba cómo un ser tan pequeñito podía sacar secreción nasal a cada rato… Le limpiaba la nariz y tiempo después sólo escuchaba que ya la tenía tapada otra vez. Aún recuerdo que decía en voz alta “odiosos mocos váyanse de ese cuerpecito enternecedor”. Pero, no fue así. Conforme fue creciendo, el problema se volvía más grande.
Cuando aprendió a caminar, prácticamente tenía que convertirme en flash para alcanzarlo, inmovilizarlo y limpiarle la nariz (imagíname corriendo con la perilla en la mano por toda la casa)
Foto: IG @Purllamb
Y la batalla era más larga cuando se trataba de mocos secos… pero la verdad la pediatra de mi hijo me salvó al recomendarme una solución salina en spray diseñada para mejorar la respiración y evitar la resequedad por lo mismo que contenía que el spray contenía glicerol.
Fue tan cómodo y sencillo usarla que ahora mi hijo me avisa que tiene “moquito”.
En este aspecto estoy más tranquila; sé que aunque el cuerpo produce más de un litro de moco al día (esto según especialistas de Harvard Medical School), con esta “agua mágica” mi hijo reduce la presencia de flemas en la garganta y tiene una correcta respiración, sin antes tener que armar una batalla campal para lograrlo. Fuente: Health Harvard