Lo que nadie se da cuenta de cuando eres una mamá que se queda en casa
Cuando me preguntan a qué me dedico, y yo les respondo: soy mamá de tiempo completo, la mayoría de las veces me dicen frases como:“¡Qué padre!”, “debe ser muy cómodo y relajado tener esa oportunidad”, “ya quisiera yo poder hacer lo mismo”.
–Y la verdad es que encuentro muchos aires juiciosos en esas respuesta. Porque no tienen idea de lo que es ser mamá de tiempo completo.
No me quejo. La verdad disfruto mucho lo que estoy haciendo; me apasiona ser mamá de profesión.
Sin embargo, lo que los demás imaginan se queda sólo ahí, en la imaginación, porque en realidad es un doble trabajo, algo que muchas veces no es apreciable a simple vista.
Porque sólo la que es mamá de tiempo completo tiene los fundamentos para saber lo que es esto en realidad.
Lo que es recoger la casa, y que en cuanto llegan tus hijos pareciera que pasó un torbellino y nuevamente encontrar juguetes por todas partes, vasos de agua por aquí y por allá, libros de cuentos sobre el piso, etc.
Lo que es nunca parar. Estar a cada minutos al pendiente de las necesidades de los pequeños, de poner las tuyas siempre en un tercer plano. De a veces no poder bañarse, comer o ir al baño tranquila y sin presiones. De cocinar, hacer todos los deberes de la casa y no tener un momento de descanso.
De que cuando te sientes agotada pero satisfecha con todo lo que hiciste, alguien te pregunte al final del día: ¿Y qué tanto hiciste en todo el día?
De sentir como se te sube la temperatura y empiezas a respirar más rápido para controlarte y no responder de forma grosera, porque no piensas que vale la pena enojarte, y mejor respondes con una sonrisa.
Porque sabes que aunque es difícil, cada día te levantas sabiendo que “hoy darás los abrazos, besos, caricias y apapachos que necesita tus pequeños. Y estarás ahí. Presente. Siempre poniendo todo tu esfuerzo para hacerlos sentir amados.
Sí, es una bendición estar a lado de tu pequeño para verlo crecer, estar presente para no perderte ninguna de sus “gracias”, conocerlos como a nadie en todas sus facetas y horarios y ser la única capaz de saber exactamente lo que necesitan, tan solo con mirarlos. Aunque al final del día quedes con la “pila a punto de apagarse”.
Aunque nos acostemos a dormir cansadas y despertemos cansadisímas
Aunque al final del día alguien se atreva a preguntarte. ¿Y que tanto hiciste hoy?