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La importancia de criar niños que saben reparar, remendar y pedir perdón

Publicado: 30 de Julio 2020
Criando con consciencia
Foto: IG @julimonsalveblog
Foto: IG @julimonsalveblog

Los japoneses tienen una costumbre, llamada Kintsugi, que ejemplifica la importancia de reparar lo que se rompió. Cuando un plato o una pieza de cerámica se rompe, los artesanos la vuelven a construir y unen las piezas mezclando barniz con polvo de oro. 

Para ellos, las roturas y las marcas de los objetos son parte de su historia. Tras su reparación, forman algo precioso y más fuerte. Es decir, la transformación que el recipiente pasó se integra y se acepta, no se oculta ni se olvida.

Así pasa en la vida y en las relaciones. Hay malentendidos, accidentes, discusiones, caídas y pasos para atrás. Estos son parte de la vida. Lo importante es aprender a reparar, entender que podemos seguir y que las cicatrices o marcas de lo que ha pasado ahí seguirán, pero también somos capaces de comprender, de contribuir, de ayudar y de construir.

Podemos ser agresivos, sentir celos, miedo, preocupación y sentirnos culpables. Muchas veces no sabemos qué hacer con lo que sentimos ni entendemos de dónde viene. 

Así como en todas las relaciones hay rupturas, en la relación que tenemos con lo niños también. Lo más importante que como adultos podemos hacer con ellos es intentar restablecer la conexión cuando se ha roto y enseñarles a reparar. 

Cuando hay una rotura y no se repara, lo que sucede es que no entendemos, no aprendemos y es difícil continuar.

La rotura en los niños se puede ver cuando hace un berrinche, cuando se le cae el agua del vaso y se frustra, cuando le pega a su hermanito, cuando dice algo que lastima a alguien más, cuando parece que explota o cuando no quiere hablar con nadie. 

Como adultos dañamos la conexión cuando nos desconectamos de las necesidades del niño (por ejemplo si quiere estar solo o acompañado y no lo entendemos), cuando nos enojamos y perdemos el control, cuando ponemos un límite que el niño no acepta o cuando sacamos con ellos algo que teníamos que sacar en otro lado. 

Después de la ruptura podemos sentirnos culpables, avergonzados o con ganas de hacer como que no pasó nada… pero tenemos que actuar con el ejemplo, asumir nuestras emociones y pensar cómo podemos seguir.

Los incidentes importan, pero importa más lo que pasa después. Es decir, la clave es intentar reparar, y tanto los niños como los adultos tenemos esta necesidad y somos capaces de hacerlo.

  • Si algo se ensucia, se puede limpiar.
  • Si algo se rompe, se puede reconstruir.
  • Si nos enojamos, podemos tranquilizarnos.
  • Si hacemos daño, podemos pedir perdón.
  • Si nos lastiman, podemos perdonar. 
  • Si nos abrumamos, podemos respirar y tomarnos unos minutos para relajarnos,
  • Si nos desconectamos, podemos reconectar.

¿Cómo podemos enseñar a los niños a reparar?

Nombrando lo que sucede y cómo nos hace sentir.

Como adultos podemos reflexionar sobre lo que sucedió desde nuestra perspectiva, pero también desde la perspectiva del niño. Esto nos ayuda a identificar las necesidades de los dos y “procesar” lo que pasó.

Cuando estés más calmada, acércate a tu niño y hablen de lo sucedido. Si no es con palabras, pueden jugar o dibujar. Por ejemplo, si tiran una torre de bloques, se puede volver a armar; si un dibujo no le gusta, lo puede volver a hacer; si hoy no pudo ponerse los zapatos solo, mañana quizás podrá.

Pidiendo perdón y perdonando.

Si perdemos la paciencia o le gritamos al niño porque estábamos cansados o desesperados, pidámosle perdón. Es normal que como papás nos equivoquemos y esto frustre a nuestros hijos. Pero si ellos ven que nos equivocamos y asumimos nuestros errores, ellos también lo podrán hacer.

Volviendo a conectar.

Si hubo un momento de desconexión, dale espacio a tu hijo si es necesario, pero sobre todo muéstrale cariño y acompáñalo. Ofrécele un abrazo, planea una actividad que ambos disfruten y sobre todo, dile que lo quieres.

Así que ten paciencia y acuérdate que lo importante es reconectar. Todos cometemos errores, pero por suerte, podemos reparar.

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