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La analogía del tren. La manera recomendada de responder cuando tu hijo llora que lo hará más resiliente

Publicado: 8 de Octubre 2018
Crianza
Foto: IG  @_historiasdemicasa_
Foto: IG  @_historiasdemicasa_

Ver llorar a un bebé es algo que a todos los papás nos altera, respondemos queriendo que acabe lo más pronto posible, pero esta analogía del tren te ayudará a ver el llanto de tu hijo de otra manera. 

Todos hemos estado ahí, en pleno llanto, queriendo darles todo para que se tranquilicen, diciéndoles que no pasa nada, distrayéndolos. ¿Pero qué tan bueno es esto? 

La analogía del tren se trata de no tratar de eliminar los sentimientos, dejar que los sientan. 

Se trata de ver las emociones como un túnel por el que la persona pasa, como si fuera un tren. Tienes que vivir la oscuridad, la incertidumbre de cuánto va a durar, hasta que vuelvas a ver la luz. Pasar directo por él, sin distracciones, sin salidas rápidas, sin estancarse. 

De pasar por el enojo, la tristeza, el coraje, con todo lo que trae consigo, solo de esa forma podemos superararlas.  Si las tratamos de bloquear, o si nos estancamos en ellas es cuando se crean las heridas.

Y eso debemos enseñar a nuestros hijos, a ver las emociones negativas como un tren dentro de un túnel.

Pero la mayoría de  los papás y mamás automáticamente corremos a consolar a nuestros hijos, pensamos que estarían mejor si dejan de llorar, porque queremos evitarles el dolor y el sufrimiento y está bien. Pero también está bien dejarlos vivir eso, que saquen todo lo que tienen dentro y después, con más calma, consolarlos, hacerles saber que estamos ahí. 

La recomendación es no abandonarlos durante su crisis. Debemos acompañarlos tranquilamente durante su llanto pero sin tratar de darles cosas inmediatas para sacarlos del llanto. 

 

analogia tren de las emociones
Foto: IG  @_historiasdemicasa_

 

Piensa en un niño que no encuentra por ningún lado su peluche con el que se duerme todas las noches. Mamá y papá están muy nerviosos, porque no saben cómo va a reaccionar si no lo encuentra, cómo se va a dormir sin él. 

Después de un rato el niño se da cuenta que lo dejó en el auto de su prima, la cual va en carretera a otra ciudad. El niño empieza a llorar descontroladamente, enojado, desconsolado. Es la primera noche que pasará sin su peluche. 

La mamá, con toda la angustia del mundo, lo deja llorar, está ahí con él a un lado, pero sin distracciones, sin decirle que mañana iran por él, sin decirle que no le pasará nada. 

Después de dos minutos, de llantos y gritos, el niño más tranquilo dice que estará bien esa noche. Su mamá lo abraza y lo lleva la cama. Ese día leyeron dos libros más y hubo más besos y abrazos. 

Si la mamá no lo hubiera dejado pasar por esa emoción, si le hubiera dicho que no pasaba nada, además de minimizar sus sentimientos, no le hubiera permitido enfrentar por sí solo ese cambio, eso se llama resilencia. 

Dejar que los niños puedan atravesar por las emociones les ayudará a ser adultos con una salud emocional más fuerte y les permitirá adapatarse a los cambios, sin sufrir. 

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