Tu hijo es una caja de chocolates, nunca sabes que te va a tocar, pero el amor es inalterable
Es importante que las madres tengamos siempre la mente abierta.
La célebre frase de Forrest Gump: "La vida es como una caja de chocolates, nunca sabes que te va a tocar", se queda corta a comparación la experiencia de tener un hijo.
Imaginamos que se parecerán a nosotros: tendrán nuestro pelo, nuestra estatura, les gustará lo mismo que a nosotros, etc., ¿qué pasa entonces cuando tienen rasgos que nos molestan? ¿O si escogen una profesión que no nos gusta?
En estos momentos de desconcierto es importante acordarnos de lo que nos hizo querer ser madres en un principio y enfocarnos en el amor que le tenemos a nuestros hijos. Esta mentalidad nos quitaría de muchas angustias y dolores innecesarios.
Esto es especialmente delicado cuando tenemos un hijo con discapacidad.
En la sociedad en la que vivimos, este evento se vive con sentimientos dolorosos. Sabemos que tiene más implicaciones que si tu hijo decide no estudiar una carrera universitaria, sin embargo, la misma forma de pensar nos serviría a poder enfrentar esta situación.
Un diagnóstico de discapacidad no esta firmado con sangre. Todos tenemos fortalezas y debilidades y el entorno influye mucho en nuestro crecimiento. Llevando esto a un extremo, es como decir que alguien por ser alto va a tener que ser jugador de basquetbol.
A pesar de las dificultades que tengamos a diario y los retos que enfrentemos, es importante darle a nuestros hijos todo nuestro amor y darles apoyo en lo que quieran, puedan y decidan hacer.
Si quieres lo mejor para sus hijos, apóyalos, contenlos, dales amor y ayúdalos a desarrollar las herramientas necesarias para minimizar sus retos y engrandecer sus fortalezas.
Por Alejandra Piñero, fundadora de Shinui Comunidad Virtual para la Inclusión