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Cuando pase esto abrazaremos con más ganas y menos tapujos

Publicado: 6 de Abril 2020
Vida de mamá
Foto: Twenty20
Foto: Twenty20

¿A quién echas de menos? ¿Qué extrañas de verdad en este encierro? Las preguntas me llegan de golpe mientras encuentro un descanso a este constante de ser malabarista de profesiones a tiempo completo. 

 

Soy mamá, soy educadora de escuela en casa, soy cocinera, soy teletrabajadora, telehija y teleamiga, soy ancla de cada barco, cada berrinche, de cada cosa que no sale como quiere alguno de los integrantes de esta familia que cuarentea bajo el mismo techo. En esta casa donde no hay lugar para jugar al escondite y esconderse un rato de ser mamá.  

 

Y en este malabarismo frenético, el espacio para solo ser yo, es casi inexistente. Se cuela un poco en los cinco minutos en que logro mantenerme despierta después de desplomarme sobre la cama o en las cortas ventanas de tiempo cuando me meto a bañar o puedo ir al baño a puerta cerrada. 

 

¿A quién echo de menos?  

 

¿Con quién imaginas el primer abrazo después de que pase esto?

 

Es momento de replantear los afectos, las costumbres, los miedos y lo que en verdad necesitamos, no para sobrevivir, sino para ser felices.

 

Las ausencias del encierro muestran esas partes de la vida que vivíamos a medias, esa gente que medio nos gustaba con la que llenábamos de compañía nuestros días. Las pláticas de elevador con las que llenábamos los minutos. 

 

¿Qué echo de menos? Fácil; abrazar a mi mamá y sentir su olor cerquita.  

 

Las discusiones eternas de sobremesa con mis hermanas después de la comida en casa de mi mamá.

 

Los ataques de cosquillas de mi papá a mis hijos y que ahora se resumen a pláticas obligadas frente a una pantalla fría; llamadas que intentan quitarles un poco el sentimiento de soledad a los abuelos.

Extraño la energía de las multitudes.

 

Extraño manejar por las mañanas hacia la oficina mientras me auto-terapeaba oyendo un podcast.

 

Extraño los espacios en que sólo tenía que ser yo. Porque amo con fuerza a estos niños de mi sangre, pero a veces necesito intermedios de ser la mamá 24/7.

 

Extraño no sentirme frágil. No tener miedo todo el tiempo por una enfermedad que, hoy me recuerda, a cada rato, lo frágil que significa estar viva.

 

Extraño compartir una cena con esas amigas del alma en un restaurante ruidoso. Las risas después de compartir una botella de vino tras las payasadas y ocurrencias para que las personas que ya me quieren muchísimo, me quieran un poquito más.

 

Nostalgia es descubrir que las cosas del pasado que ni siquiera sospechabas que eran felicidad, sí lo eran.

 

  • Quizás cuando esto acabe, estaremos más claritos y menos mareados.

 

  • Más enfocados en las cosas y en la gente que en verdad nos llena el alma y menos en las que nos las llenaban sólo a medias.

 

  • Y abrazaremos con más ganas y menos tapujos, 

 

  • Y diremos “te quiero” menos mediocres y más valientes.

 

 

Porque sabremos el milagro que significa tener a alguien que amas, tan cerquita.

 

 

 

Por Sandy Bleiberg para Naran Xadul.

 

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